El secuestro de Eduardo Baldera Gómez terminó quizás para su familia, pero no para la Policía Nacional

El comandante de esa institución, mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, tiene algunas cosas que explicar. La sociedad dominicana así lo espera, pues no solo en Nagua seguían las incidencias de este suceso, más parecido a un emocionante capítulo de una película de investigación policíaca, que a un episodio de la vida real.

La heroica escapatoria de Eduardo, encapuchado, encadenado y por terrenos agrestes-como él mismo relató- ya es de dominio público. Se sabe también que su condición de rehén no lo eximió del derecho a exigir una higiénica afeitada y un cuidadoso corte de pelo (no estaba peludo ni barbudo, y cuando las cámaras televisivas lo enfocaron, por allá en Villa Vásquez, su negra cabellera brillaba sedosa a la luz del sol).

Eduardo fue quien lo dijo. En ningún momento sus raptores lo maltrataron. Que siempre le dieron de comer y no sufrió sed. El “agua del río” que bebió durante 23 días, aparentemente no estaba sucia ni contaminada, porque en vez de un riguroso chequeo médico, al día siguiente viajó con su familia desde Nagua a la capital para participar en la misa dominical en el cuartel general de la Policía, invitado por Guzmán Fermín.

La historia de este ex rehén no encierra lesiones físicas ni perturbación emocional. El dato no debería sugerir pensamientos ni insinuaciones perversos, porque en los secuestros de larga duración suele darse lo que se conoce como Síndrome de Estocolmo, que es una respuesta sicológica con la que la persona retenida contra su propia voluntad desarrolla una relación amistosa con su secuestrador.

Los raptores pueden llegar a maltratar sicológicamente a sus rehenes, un método ideal de presionar el pago de su rescate. Eduardo talvez no esté en ánimos para hablar de Síndrome de Estocolmo ni de nada parecido. Hay dos hombres muertos vinculados a su rapto, otros son activamente perseguidos (dice Guzmán Fermín), unos padres felices por la vuelta a casa de su hijo y, por ahora, eso es lo que importa a la familia Baldera Guzmán. leer mas