El Fuerte se debilita
Su popularidad, el éxito de sus canciones y su gran pegada, le llevaron a autodenominarse El Fuerte. El calificativo prendió entre sus fanáticos y la foto que ilustra este artículo habla claro del posicionamiento que alcanzó Omega gracias a sus pegajosos merengues.
En septiembre del año pasado, Omega mostró públicamente -con un orgullo inusitado, vergonzoso quizás para cualquier otro artista-su pasaporte con visa para entrar a Estados Unidos, plaza donde lo esperaban para tenderle alfombra roja y abrirle las puertas de las discotecas y los centros nocturnos más exclusivos de toda la costa Este de ese mercado.
Y allá se fue Omega, muy orondo, aterrizando en la tierra del Sueño Americano una noche de septiembre, siendo recibido como la estrella --más bien enfrascado en la ola del frenesí que se apodera de una fanaticada con deseo de ver en vivo a un artista que fraguó su popularidad en la distancia-- que en ese momento era.
Pero a Omega la popularidad no le llegó sola. Formado bajo la sombrilla del barrio, ese barrio que le saca al hombre el rostro más aguerrido, y con el agravante de que nunca tuvo a su lado un equipo profesional que llevara las cuentas como amerita un artista en franco crecimiento, el mambero ha visto como en un santiamén su figura ha perdido atractivo.
Llegó a Estados Unidos cubierto en el manto de una polémica empresarial que no le permitía presentarse públicamente en ningún establecimiento. Y quienes vieron en él la gallina de los huevos de oro, promocionaban actividades en las que haría apariciones, para saludar al público y cobrar tarifas como si se tratase de presentaciones en directo con su orquesta. LEER MÁS>>
Post a Comment