Sanky Panky; un cuerpo reservado para extranjeras
Sin importar el día o la hora, la playa Boca Chica siempre tiene turistas extranjeros que disfrutan de sus aguas. Eso lo sabe bien Miguel Pérez (nombre ficticio), que se gana su sustento bajo el sol y las palmeras de este espacio de la provincia Santo Domingo. Conoce cada metro de la playa. Creció aquí, viendo llegar y partir forasteros maravillados con el paisaje y vendiendo dulces y “yaniqueques”.
En su adolescencia trabajó acomodando turistas en chaise long. Ha sido camarero y vendedor de excursiones, siempre ligado a los extranjeros.
Ahora, a sus 32 años de edad, su trabajo es otro: seducir con su carisma y buen humor a turistas que podrían llevarlo a cumplir su sueño de “mangar” una visa, para fijar residencia en el extranjero.
Miguel lleva trenzas en su cabello crespo, amarillento, descolorido por el sol. Es un hombre fornido, con el color de piel que el dominicano identifica como “moreno”. Deja escapar su amplia sonrisa con facilidad, mientras conversa animado.
“Yo hablo también inglés y francés, lo aprendí aquí en la playa. Me sé algunas frases en italiano y alemán”, dice.
Al mediodía empieza su recorrido por la arena blanca de Boca Chica en busca de hombres o mujeres extranjeros con quienes interactuar.
Sólo viste unos bañadores tipo bermuda que lo hacen ver como un visitante ocasional de la playa y disimula que realmente se trata del típico “sanky panky”, un personaje que abunda en las zonas reservadas al turismo desde que esa actividad económica empezó a desarrollarse en el país.
Se remonta a los inicios de la década de 1970, cuando se promulgó la Ley 153 de Incentivo y Desarrollo del Turismo. En esa época se construyó el complejo Playa Dorada, en Puerto Plata, y en 1979 se creó la Secretaría de Turismo que desde el Estado regía la actividad.LEER MÁS>>>
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