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El primer día de viaje voluntario contó con muy pocos pasajeros


El primer autobús de Migración salió de la capital con destino a la frontera a las 11:39 de la mañana. Jasmed Jean era uno de los cuatro indocumentados que voluntariamente se marcharon en este viaje con la asistencia del Gobierno. El hombre estaba desesperado. Lloraba, gritaba, abría los brazos al cielo como pidiendo algo y después de golpe se los llevaba a su cara y mojaba de lágrimas sus manos. Su angustia no era la salida repentina a Haití y dejar lo poco que, como cuenta él, consiguió trabajando. Esa angustia tuvo origen en un robo.

Antenoche a Jean le llevaron “todo” de su casa, tan literal que ni maletas cargaba en este viaje sin aparente retorno. “Si yo no tengo cuarto (dinero) para trabajar, para comer, para pagar mi casa, para comprar ropa ¿cómo es que voy a vivir aquí? Mejor cojo lucha en mi país, mejor vivo en las calles de mi país”, decía.

Mary Riobore, su hija de un año y su hermana adolescente (tenía unos meses en el país) eran las otras tres personas que ocupaban el bus, con capacidad para unas 50 personas que partió a Jimaní desde el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte de la capital. Ellas ya estaban siendo esperadas en Puerto Príncipe por su familia. La mujer, de 26 años, se encontraba serena como la bebé que cargaba en brazos. Su vida de migrante durante cinco años cupo en una sola maleta. VER MAS AQUI>>>

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