El viacrucis de envejecer pobre en Rep. Dominicana
Varios días sin recibir café o té mantenía inquieta a María, una envejeciente que acude a diario a un “hogar de día” para adultos mayores. “¿Usted sabe lo que es tener un viejo sin su café?, insistía, obviando explicaciones de que el pedido se había retrasado.
Esa misma inquietud tenía José Moreta. “Antes nos daban té y café y ahora no. Me pregunto ¿es que aquí no hay dinero para los viejos?”, repetía.
La preocupación de Ramón Antonio era otra. “Tengo cinco hijos y ninguno me visita, y no sé por qué, porque yo no fui un mal padre, siempre fui tranquilo”.
Josefa pierde la mirada cuando se le pregunta por sus hijos y cambia el tema. “Me mantengo con la misericordia de Dios”, dice.
Juana Martínez, narra con alegría que, pese al dolor que le provoca el tener hinchada la rodilla, camina cuatro kilómetros para llegar al Hogar de Día, donde la tratan bien y nunca le hablan mal, y además está aprendiendo a leer y escribir su nombre. “Yo me levanto a las cuatro y media para salir temprano, porque tengo que caminar al pacito (despacio)”
Cuando se le pregunta que medicamento toma para el dolor de rodilla, dice que nada. ver mas aqui
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