LeBron reacciona pero Durant y Curry no dan tregua: 2-0 Warriors
Durante las últimas (casi) 72 horas, los Cavaliers transmitieron una imagen de serenidad confiada: son el campeón, el primer partido fue un mal sueño, estaban preparados. Las camisetas negras de mangas, las de la banda sonora del Enterrador y la sonrisa torcida de LeBron James, salieron del armario. Las de los partidos quinto y séptimo de las pasadas Finales: un amuleto, un trauma en la psique de los Warriors: el recuerdo de 2016. Estamos aquí.
Los Cavaliers prometieron mejorar y mejoraron. En algunos aspectos, o más bien en algunos tramos del partido, mucho. Se fueron al descanso con un 67-64 que incluso parecía premio excesivo para unos Warriors que habían perdido 13 bolas(4 en todo el primer partido), se desangraban en las zonas con Green cargado de faltas y vivían de un 7-1 supersónico en los menos de dos minutos que había descansado un LeBron que estaba en 18+6+10 con un 8/12 en tiros. Que gobernaba el partido con esa sensación de superioridad que le hace parecer capaz de todo: suele serlo. Con la camiseta negra con mangas, de vuelta al lugar del crimen: zozobra en la Bahía. (Más información)
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